En este sentido, partimos de la idea de que cualquier intervención terapéutica es más efectiva si se aborda desde el inicio de un trastorno.
El Servicio de Psicología Infantil-Juvenil de Medical Salus, en función de la demanda familiar, escolar y/o pediátrica, establecerá un diagnóstico riguroso de problemática emocional, comportamental y/o de aprendizaje que permitirá guiar el tratamiento terapéutico y/o reeducativo.
Una vez realizada la fase de diagnóstico, se lleva a cabo una propuesta de tratamiento. En todos los casos, el abordaje terapéutico es totalmente individualizado, personalizado y multidisciplinar. Estas habilidades se trabajan de forma estructurada para que después puedan ser aplicadas a nivel escolar, familiar y/o social.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es el trastorno psiquiátrico más frecuente en la infancia. Se estima que lo sufre el 5% de la población infantil-juvenil, lo que equivale a uno o dos niños por aula.
Este trastorno es biológico, de origen neurológico, provocado por un desequilibrio entre dos neurotransmisores cerebrales: la noradrenalina y la dopamina, que afectan directamente a las áreas del cerebro responsables del autocontrol y de la inhibición del comportamiento inadecuado.
El TDAH provoca en el niño las siguientes alteraciones en su conducta:
• Hiperactividad: Presenta un nivel superior de actividad dada su edad.
• Impulsividad: Tiene dificultad para controlar sus conductas, emociones y pensamientos.
• Inatención: Tiene una gran dificultad o incapacidad para prestar atención y concentrarse.
Estos síntomas no siempre están presentes conjuntamente existen distintos subtipos de TDAH y se manifiestan en al menos dos ambientes de la vida del niño (casa, escuela, etc.). Los niños son más propensos a sufrir TDAH que las niñas en una proporción de cuatro a uno.
Es una dificultad de aprendizaje en la que la capacidad de un niño para leer o escribir está por debajo de su nivel de inteligencia. Se tiende a utilizar este término de forma amplia frente a cualquier problema de lectura. Hablando con propiedad, la dislexia es la dificultad para leer causada por un impedimento cerebral relacionado con la capacidad de visualización de las palabras. En lenguaje médico se llama ceguera congénita de las palabras; los maestros suelen denominarlo impedimento para leer.
La gente con dislexia suele invertir las letras cuando trata de escribir una palabra aunque sepan deletrear. También suelen escribir algunas letras al revés o invertidas. La lectura es difícil porque no pueden distinguir determinadas letras o invierten mentalmente. Aunque hasta hace poco se calificaba a los niños con dislexia como «incapacitados para aprender», la mayoría pueden aprender y sus problemas no están relacionados con la inteligencia. De hecho, muchos disléxicos son muy inteligentes y algunos alcanzan un extraordinario éxito.
Causas
No existe ninguna seguridad sobre la causa de la dislexia. Se cree que su origen es una falta del sistema nervioso central en su habilidad para organizar símbolos gráficos.
Los trastornos del espectro autista (TEA) es un grupo de trastornos del desarrollo cerebral. Aparece en la infancia y engloba diagnósticos relacionados con déficit en la comunicación, dificultades para integrarse socialmente, una exagerada dependencia en las rutinas y hábitos cotidianos, y una alta intolerancia a cualquier cambio o frustración.
Aunque no se reconocen causas específicas de los trastornos del espectro autista, varios factores de riesgo han sido identificados y es posible que contribuyan al desarrollo del TEA.
Factores de riesgo genéticos
Los resultados de estudios en familias y gemelos sugieren que los factores genéticos tienen un papel en la etiología del autismo y otros trastornos del desarrollo.
Factores de riesgo prenatales y perinatales
Una serie de complicaciones prenatales y perinatales han sido reportadas como posibles factores de riesgo por autismo. Éstas incluyen diabetes gestacional, edad materna y paterna mayor a 30 años, hemorragias después del tercer trimestre, uso de medicación durante el embarazo y meconio en el líquido amniótico. Aunque las investigaciones no son concluyentes respecto a la relación de estos factores con el autismo, cada uno de ellos se ha identificado más frecuentemente en niños con autismo, en comparación con sus hermanos no autistas u otros niños con desarrollo normal.
El síndrome o trastorno de Asperger se encuadra dentro de los trastornos generalizados del desarrollo, que una vez excluidos el trastorno infantil desintegrativo y el síndrome de Rett debemos considerar equivalentes a los denominados trastornos del espectro autista. El término “síndrome de Asperger” fue utilizado por primera vez por Lorna Wing en 1981 en un periódico médico, bautizándolo en honor a Hans Asperger,[1] un psiquiatra y pediatra austríaco que fue el primero en describir el síndrome de Asperger, y no recibió el reconocimiento internacional hasta el año 9 por el año internacional. DSM-IV en 1994.
El síndrome de Asperger es reconocido hoy día por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) de carácter severo y crónico, caracterizado por una limitación significativa de las capacidades de relación y comportamiento social.La síndrome d’Asperger és reconegut avui dia per l’Organització Mundial de la Salut (OMS) com un Trastorn Generalitzat del Desenvolupament (TGD) de caràcter sever i crònic, caracteritzat per una limitació significativa de les capacitats de relació i comportament social.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es uno de los trastornos de ansiedad, junto con las fobias específicas, fobia social, trastorno por estrés postraumático, agorafobia, pánico y trastorno obsesivo-compulsivo.
La ansiedad puede considerarse una reacción de alerta normal y en ciertos casos es necesaria. Sin embargo, hay unos límites dentro de la normalidad. Así pues, el TAG se caracteriza por un patrón de preocupación, ansiedad y persistente respecto a una variedad de eventos o actividades. Puede afectar tanto a población adulta como a niños. Para poder realizar un diagnóstico los síntomas deben persistir mínimo 6 meses.
El trastorno negativista desafiante o también denominado “trastorno de las ansias de libertad” es una categoría nosológica incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-IV) de la American Psychiatric Association, donde es descrito como un patrón continuo de comportamiento desobediente, hostil y desafiante hacia las figuras.
Para cumplir los criterios del DSM-IV-TR, deben tomarse en cuenta ciertos factores. Primero, el desafío debe ser lo suficientemente severo como para interferir con su habilidad para funcionar en la escuela, hogar o comunidad. Segundo, el desafío no debe provenir de algún otro trastorno, tales como la depresión, ansiedad o un trastorno de conducta de mayor severidad (de tal modo que entonces no sería un trastorno en sí sino parte del otro trastorno). Tercero, las conductas problema de la niña o niño han estado sucediendo al menos durante seis meses.
Según Rodríguez-Sacristán (1987), son alumnos que tienen “un conjunto de comportamientos, de formas de actuación diversas, que no siempre son entidades clínicas definidas, que tienen como elementos comunes: molestar a otros y romper las normas sociales aceptadas”.
Son “los trastornos disociales se caracterizan por una forma persistente y reiterada de comportamiento disocial, agresivo o retador que en sus grados más extremos puede llegar a violaciones de las normas, más de lo que sería aceptable por el carácter y la edad del individuo afectado y las características de la sociedad en la que vive”. Partimos de la idea de que los trastornos de conducta crecer como persona y que los trastornos de conducta son la manifestación objetiva de un supuesto sufrimiento psíquico de naturaleza específica.
Los TCA son trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso. Son trastornos de origen multifactorial, originados por la interacción de diferentes causas de origen biológico, psicológico.
Los TCA más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, pero también existen otros, como el trastorno por hartazgo, la ortorexia (la obsesión por la comida sana), y la vigor.
Los TCA son enfermedades graves pero pueden curarse si la persona hace tratamiento con un equipo de médicos y psicólogos especializados en TCA. Son tratamientos largos y complejos. Un rasgo habitual de estos trastornos es la falta de conciencia de enfermedad por parte de la persona afectada. Esto significa que la persona afectada no es capaz de identificar las consecuencias negativas del trastorno, ni de la necesidad de realizar tratamiento, ni tampoco de los beneficios de éste. Este hecho dificulta la adherencia al tratamiento en algunos casos. Si esto sucede, el papel de la familia es especialmente importante para intentar que la persona afectada reciba el tratamiento que necesita aunque no colabore al recibirlo.
Los trastornos psicosomáticos son los cuadros clínicos con síntomas físicos que no están provocados por causas orgánicas, o que, si lo están, estos síntomas se ven incrementados por causas psicológicas.
Normalmente, las personas que padecen un trastorno psicosomático visitan a diferentes especialistas en medicina y ninguno de ellos encuentra la causa de sus síntomas. La psicología suele ser el último recurso para los pacientes, que normalmente desconocen este trastorno, y sorprende saber que los síntomas físicos también pueden tener causas psicológicas.
Es fácil ver que existe una relación entre el cuerpo y la mente. Es un hecho que está demostrado, y que además podemos comprobar cuándo los síntomas que experimentamos cuando alguien nos asusta y experimentamos, por ejemplo, taquicardia, sensaciones incómodas en el estómago, ahogo, mareos, etc. Lo mismo ocurre con muchos de los síntomas de los que no encontramos la causa orgánica que los origina.
Algunos de los trastornos psicosomáticos más frecuentes son los trastornos cutáneos (picores, acné, dermatitis, urticaria y alopecia areata), trastornos gastrointestinales (colon irritable, gastritis crónica, úlcera péptica, estreñimiento), endocrinos (hipertiroidismo) tensionales. en su habilidad para organizar símbolos gráficos.
Es el período de desarrollo con mayor capacidad de cambio ya que el cerebro todavía se está formando. Comprende desde el nacimiento hasta la etapa preescolar. En esta etapa evolutiva el niño empieza a pensar, emocionarse, hablar y correr. Se relaciona con el entorno y comienza a hacer uso de sus experiencias. Es el momento más idóneo para prevenir, detectar, diagnosticar y tratar cualquier trastorno neurobiológico y/o psicoeducativo que sea de más fácil solución.
Es el período de desarrollo que comprende desde el inicio escolar y finaliza con la adolescencia.
En esta etapa evolutiva, el Niño entra en un período donde debe salir de su casa y entrar en un mundo desconocido, donde las personas que forman su familia y su mundo hasta ese momento se quedan fuera. El contacto del niño con la sociedad, le hará que requiera nuevas habilidades y destrezas. Su éxito o fracaso en esa etapa dependerá en parte de las habilidades que haya desarrollado en sus años de vida anteriores. Por otro lado, el grupo de amigos pasa a ser un importante referente que se constituye en uno de los ejes centrales del desarrollo en la etapa escolar; la relación con los padres cambia, iniciándose un proceso paulatino de independencia y autonomía.
Es la etapa de transición entre la infancia y la vida adulta
Es una etapa que se caracteriza por un continuo esfuerzo por lograr un satisfactorio conocimiento personal y por una despedida de las dependencias infantiles. Se producen continuos e inesperados cambios que se mueven entre las libertades del pasado y las responsabilidades del futuro. Es también y fundamentalmente una etapa de bienvenidos cambios, bienvenidas crisis y bienvenidas adaptaciones